Gabriel, el jubilado
Finalmente, un día me llegó la hora de la jubilación. Por una parte creo que estaba contento porque ya me sentía cansado y tenía bastantes problemas, aunque no lo quisiera reconocer, con los alumnos. Poco a poco me habían ido quitando la clase, y llegó el día en que el Director me anunció que el próximo curso no tendría ya clase: ¡yo que había pasado toda mi vida entre niños y adolescentes!, ¡yo que iba proclamando que la clase era mi «Tabor»! Mi primera reacción fue agresiva. Cuando el Director me ofreció algunos servicios que podría seguir prestando en el colegio le dije que si no servía para la clase, tampoco para otras cosas. Que ahora me iba a dedicar a pasear, a ver la televisión. […]