Quizás, una no quiera nada más que sus alumnas le devuelvan solo una pequeña parte de aquello que les ha dado.
Sólo un trozo, pedazo, cacho de vida. Quizás ni eso. Una hace lo que debe y… suerte. Pa ti y pa mí. Sin embargo, siempre hay momentazos, en los que, desde el rincón más insospechado, alguien te devuelve aquello que tú soñaste. Yo tengo esa suerte. Tengo a dos fans inesperadas, que casi todos los días a las cinco de la tarde, vienen a crear un teatro con los mil lápices que colecciono en mi despacho. Debo reconocer que los tengo de todas las formas y colores y, que ellas, María y Noa, de tercero y cuarto de Primaria,con toda naturalidad, un bocadillo de quesito o jamón en una mano, y arte en la otra, consiguen arrancarme las dos o tres carcajadas que me salvan el día. Eligen personajes y, en décimas de segundo, crean una historia estupenda. Tenéis tres minutos, les digo, agobiada por papeles inútiles. Y ellas cumplen. Se parten de risa y se van. Y gracias a Dios, al día siguiente vuelven. Así desde hace más de un año.
Quizás a mí lo que más me gusta, es que ellas disfruten de su visita y yo de la suya.
Creatividad en estado puro. Lápiz.