Estrategia 3.
Involucrar a los padres.
Los colegios lectores quieren que los niños lean voluntariamente también en sus casas. Para que eso se convierta en realidad, los padres también tienen que estar involucrados. Para algunas familias es tarea sencilla. Los libros, la lectura forma parte del paisaje y de la tradición familiar. Para otras, en cambio, puede ser una tarea complicada. Hay que ponerse en el lugar de estas familias para tratar de que la ayuda que se les pueda dar desde el colegio sea efectiva. Una buena estrategia puede ser incorporar a los deberes al menos 20 minutos diarios de lectura. A pesar de que sea difícil controlar si se hace o no, muchas familias se asegurarán de que el niño lee porque forma parte de los deberes. Otras estrategias pueden ser la de construir un termómetro de lectura o una escalera donde colocar pegatinas donde se apunte lo que el alumno va leyendo a lo largo del año. Permite que el profesor tenga una visión rápida de lo que el alumno ha leído y a la vez supone un recordatorio de motivación para los alumnos. Compartir con los padres la lista de libros recomendados puede aportarles sugerencias de lectura para sus hijos y fortalecer la relación con el colegio. A los padres se les puede invitar a los círculos de lectura, enviarles fotos de sus hijos junto a los libros que han leído o traerlos al colegio para que lean a los niños.
Estrategia 4.
Cuidar los espacios de lectura.
El colegio debe habilitar espacios donde los alumnos puedan desarrollar su afición por la lectura. Hay dos espacios fundamentales. El más cercano es la biblioteca de aula. Contiene colecciones de un mismo libro que los alumnos leen en común, debaten sobre sus contenidos y escriben sobre todo lo que sugiere. También tiene un conjunto de libros de los que los alumno pueden disponer libremente durante el año. Libremente no es sinónimo de descuidadamente. Los libros son un bien limitado, al menos en su formato en papel. El éxito de una biblioteca de aula tiene que ver con el cuidado y el control de los libros, que lo pueden ejercer los propios alumno supervisados por el profesor. Si hay unos criterios comunes para cuidar, conservar y hacerla crecer, la biblioteca de aula puede convertirse en un recurso excelente y no muy costoso para que los alumnos lean. El segundo recurso es la biblioteca colegial. Es preciso crear un espacio físico atractivo, donde los libros se puedan guardar, pero también exponer. De acuerdo con las APAS y con el equipo directivo, se pueden tener unas posibilidades de inversión anual para comprar nuevos títulos y publicitarlos entre los alumno hacia quienes van dirigidos. También disponer de un horario de atención en el que los alumnos puedan ir a consultar y solicitar el préstamo de libros. Los alumnos deben tener la posibilidad de escoger sus propios títulos. A veces pueden equivocarse, pero en cuestión de lecturas este es el camino habitual para llegar a decisiones correctas. Los equipos informáticos también deben ser usados de manera inteligente para fomentar la lectura. La biblioteca de aula puede ser el punto ideal para que los profesores del colegio fomenten la afición a la lectura entre los alumnos, también entre aquellos que se muestran menos dispuestos, de tal manera que no se sientan marginados.
Estrategia 5.
Celebrar la lectura.
Los profesores deben aprovechar todas las oportunidades para hablar de libros con entusiasmo y compartir ejemplos que hablen de buenos libros y de apasionantes lecturas. Se pueden recomendar libros que traten sobre un mismo tema, libros pertenecientes a un mismo autor, libros que han sido trabajados por un mismo ilustrador. Se puede enseñar a los niños sólo las ilustraciones del libro y pedirles que adivinen toda la historia. Se puede preguntar a los alumnos por sus libros o sus autores favoritos.
Los padres pueden acompañar a sus hijos a la biblioteca municipal o a la biblioteca del barrio siempre que les sea posible. Compartir en casa momentos de lectura. Establecer momentos de silencio donde los niños estén pendientes de los libros y de las historias que los acompañan. Animar a los niños a leer cuentos, narraciones breves, artículos periodísticos, para después poder hablar sobre el tema. En definitiva, buscar todos los medios para que la lectura se convierta en un hábito y una celebración donde uno pueda uncirse a otros mundos mucho más interesantes que el de la monótona realidad que suele dominar nuestros días.